Lo blanco, Mario, por si no lo sabes, es símbolo de virginidad,
para que te enteres, que, hoy por hoy, llevar al altar a una mujer vestida de
calle es como pregonar a los cuatro vientos "aquí me desposo en segundas,
o con una cualquiera", que yo al fin y al cabo, pues mira, no soy ni más
ni menos por eso, pero después de lo pasado, a mamá la hubiese gustado que la
gente pensase: "Ahí viene una virgencita", pues porque sí, Mario,
porque somos humanos, por todo, porque para una mujer la pureza es la prenda más
preciada y nunca está de más proclamarlo, que te guste o no, eso siempre será
un ejemplo para la gente baja, que, no es porque yo lo diga, pero en este punto
anda cada vez más relajada. Y así, de calle, como un día cualquiera, que a
saber qué pensarían, y además sin motivo, que es lo que más rabia me da, que yo
no sé si tú ten drías algo que ocultar, hijo, pero lo que es yo podía entrar en
la iglesia con la cabeza bien alta por si te interesa saberlo. Te digo mi
verdad, pero yo que los del Concilio, en vez de andar todo el día de Dios
revolviendo con que si las píldoras esas, ya ves, a buena hora, cuando una está
toda deformada cargada de hijos, que tampoco es justo, me parece a mí, porque o
todas o ninguna, que ahora va a resultar que la parejita, como esas
extranjerotas, es lo decente, pues en lugar de eso, Mario, definirme, el traje,
así como cuena, pero radical, como un uniforme, para todas, y la que no sea
digna de llevarlo tampoco es digna de contraer matrimonio en el arroyo, que si
antes anduvo en él no sé por qué luego le va a hacer ascos. Un poquito de
intransigencia, eso, eso eso es lo que nos está haciendo falta, convéncete, que
si no va a llegar el día en que la mujer honesta no se diferencie de la
perdida, ya la oyes a Valen, ahora, en Madrid, todas las mujeres de la calle
arregladas como nosotras, nada de exageraciones, tú dirás, que yo que el
gobierno, un decreto, así, como te lo digo, que no sé a santo de qué ahora todo
se vuelve a proteger a los patanes, los protestantes y las fulanas, y mientras,las
mujeres honradas que nos muramos. Claro que si me lo dices a tiempo, hijo, ¡a
buena hora! Pero no, tres meses antes, después de lapedida, por si acaso,
cuando una no puede dar marcha atrás. "La boda es un sacramento, no una
fiesta". ¡Bendito sea Dios!, y te quedaste tanfresco, como de costumbre, a
ver, te saliste con la tuya, que me gustaría que hubieras visto a mamá, la
pobre, venga pucheros, que, después de lo de Julia, esto, para ella, la
puntilla.
Miguel
Delibes: Cinco horas con Mario, cap. XVII.
1. Resumen del texto
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